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Nefrólogo Víctor Martínez Mejía

Prometerle al Río Santiago

Prometerle al Río Santiago

“Los políticos son iguales en todas partes. Prometen construir un puente incluso donde no hay río”

Nikita Kruschev, dirigente de la Unión Soviética entre 1958 y 1964


La contaminación del río Santiago es un problema que ha persistido durante décadas, y es un claro ejemplo de la brecha entre las promesas de campaña y la realidad de las políticas públicas. El río, que alguna vez fue un importante recurso para las comunidades locales, hoy representa un peligro ambiental y sanitario.

El río Santiago es uno de los ríos más contaminados de México y del mundo. Diversos estudios y reportajes han documentado la presencia de metales pesados, químicos tóxicos y altas concentraciones de bacterias peligrosas en sus aguas. Este nivel de contaminación no solo impacta el ecosistema, sino que también tiene consecuencias directas para las comunidades cercanas, que enfrentan problemas de salud como el cáncer, enfermedades respiratorias y malformaciones congénitas.

En cada ciclo electoral, los candidatos a cargos públicos en México, Jalisco y a nivel municipal prometen tomar medidas para limpiar el río Santiago. Se comprometen a implementar regulaciones más estrictas, a reforzar la vigilancia y a invertir en infraestructura para tratar las aguas residuales. Sin embargo, una vez en el cargo, estas promesas a menudo quedan relegadas, olvidadas o hasta forman parte de planes más oscuros.

¿Por qué esta desconexión entre las promesas y la acción? Varias razones pueden explicar este fenómeno. En primer lugar, la limpieza del río Santiago es una tarea costosa y compleja. Requiere inversiones significativas en infraestructura y la cooperación de múltiples actores, desde el gobierno hasta las empresas y las comunidades locales. En segundo lugar, existe una falta de voluntad política para hacer cumplir las regulaciones existentes. Muchas empresas continúan vertiendo desechos tóxicos en el río con relativa impunidad, y las sanciones son a menudo insuficientes para disuadir este comportamiento.

A pesar de la inacción gubernamental, la sociedad civil ha jugado un papel crucial en la lucha por un río Santiago limpio. Organizaciones no gubernamentales y activistas han trabajado incansablemente para aumentar la conciencia sobre la contaminación del río y presionar a las autoridades para que tomen medidas. Sin embargo, estos esfuerzos, aunque valiosos, no pueden sustituir la acción gubernamental sostenida y sistemática.

Si Jalisco y México quiere resolver el problema de la contaminación del río Santiago, se requieren acciones concretas y sostenidas. Esto incluye una mayor regulación y supervisión de las empresas que contaminan el río, inversiones en infraestructura de tratamiento de aguas residuales y, lo más importante, la voluntad política para llevar a cabo estas acciones.

La limpieza del río Santiago no solo es un problema ambiental, sino también un tema de justicia social. Las comunidades cercanas al río tienen derecho a un entorno limpio y seguro, y el gobierno tiene la responsabilidad de garantizarlo. Las promesas de campaña deben ser más que palabras vacías; deben convertirse en acciones reales y tangibles que traigan un cambio positivo a la región.

En última instancia, la esperanza de un río Santiago limpio reside en la acción conjunta del gobierno, las empresas y la sociedad civil. Solo a través de un esfuerzo colaborativo podemos transformar el río Santiago de un símbolo de negligencia en un modelo de recuperación ambiental y justicia para todos.


Jesús Alejandro Martínez es Director General de La Cascada

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