124 años de historia de la Fábrica Textil Río Grande
Desde finales del XIX la fábrica de Río Grande ha compartido con El Salto una serie de hechos históricos y sociales que le ha convertido en el núcleo de gratos recuerdos para sus habitantes. Sin embargo, la todavía poco clara historia de la fábrica que cumple el día de hoy 3 de junio, 124 años de haberse inaugurado ha sufrido una serie de alteraciones y errores historiográficos que han arrastrado investigadores regionales, alterando la labor de difundir datos acertados.
Gracias a la previa investigación de la Dra. Gladyz Lizama sobre la familia Martínez Negrete, se ha podido saber que la mítica leyenda de la propiedad no perteneció directamente a esta familia ni tuvo una función directa en su construcción, fundación ni venta.
La Compañía Industrial Manufacturera fue una empresa compuesta por diversos socios españoles entre los que se encontraban Nicolás de Teresa, Juan Benfield, Manuel Ibañez, Enrique M. Rubio, entre otros, que, dirigidos por el banquero español José María Bermejillo Ibarra, decidieron establecer en los terrenos de la esposa de éste una fábrica de hilados y tejidos que se sumaría a la instalada en Querétaro de nombre “Hércules”, propiedad original del sr. Cayetano Rubio. Naciendo a partir de las fábricas de “San Fernando” y “La Teja” que cerraron sus labores en la capital del país, se decidió mover la maquinaría a la entonces hacienda de El Castillo para establecerse de nuevo como una nueva factoría.
Dn. José Bermejillo encomendó al Ing. Alberto Robles Gil la edificación y supervisión de la obra que estuvo activa por poco más de dos años. El proyecto se hizo integral años más tarde con la modernización de la planta de luz que se encontraba a unos pocos metros de distancia de la nueva fábrica, propiedad también de Bermejillo y el puente que unió al pueblo de Juanacatlán con su colonia obrera.
El viernes 03 de junio de 1898 fue inaugurada la fábrica con gran concurrencia de personajes, entre ellos el gobernador del Estado Luis del Carmen Curiel, y el empresario Justo Fernández del Valle. Posterior a esto José Bermejillo ofreció un banquete y fiesta de gala en la casa de descanso que se encontraba en la propiedad.
Con la muerte del sr. Bermejillo en 1904, sus hijas heredaron la propiedad física de la empresa que fue comercialmente disuelta a principios de siglo XX y quienes se encargaron de venderla a Eugéne Cuzin, Louis Fortoul, Auguste Bec, Louis Lèbre y Laurens Brun.
La inclemencia del tiempo con las revueltas sociales hizo pasar un devenir de altas y bajas para la fábrica; la venta de la propiedad a nuevos dueños, el cambio de la razón social de la compañía, los sindicatos y las constantes huelgas no hicieron más que acabar con la casi centenaria empresa que al día de hoy sigue físicamente de pie pero impalpable para quienes seguimos acercándonos a las puertas enrejadas como si de un prisionero se tratara.
Sobre el autor:
Bernardo Camacho Ornelas es arquitecto, habitante de Juanacatlán.
Cronista, apasionado por la preservación del patrimonio histórico y arquitectónico.