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La Guardia Nacional

La Guardia Nacional

La Guardia Nacional que el 30 de junio tuvo su ceremonia oficial de inauguración no es la que está en la Constitución. Así de claro, así de simple.

Y repito, esta Guardia que sale a las calles no es la que logró consensos en las Cámaras del Congreso y de las Legislaturas locales.

Cuando en la administración de EPN tuvo la intentona de tener una ley de seguridad interior me pareció una aberración la militarización de la seguridad pública ya que el formalizar en ley el funcionamiento de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad en vez de crear mecanismos para salir de la situación de inseguridad. Las Fuerzas Armadas realizando labores de seguridad pública es más bien considerado como acciones represivas y no es como la inseguridad se revertirá. Cuando se declaró su inconstitucionalidad, sinceramente, lo celebré.

Cuando los primeros documentos legislativos sobre la guardia nacional tuve el mismo sentir que sobre la ley de seguridad interior. Cuando las fracciones parlamentarias de Movimiento Ciudadano, en particular el Senador Clemente Castañeda tomó cartas en el asunto y se logró que quedara establecido que el mando fuera “inequívocamente civil; esto significa que se deben eliminar de la minuta todas las referencias a la participación de las Fuerzas Armadas en la conducción de la Guardia Nacional y consolidar una institución estrictamente civil de seguridad pública” quede más tranquilo.

¿Pero qué es lo que pasó? Que el ganso, fiel a sus delirios y caprichos, mandó al “diablo a las instituciones”, a pesar del Congreso de la Unión y de las Legislaturas de los Estados (o sea, pasó sobre ellas y las pisoteó). Esta guardia nacional es la que él quería.

El honorable presidente (si, así en minúsculas) está, deliberadamente, ignorando la Constitución y su mandato. No está construyendo la estructura de seguridad pública de manera civil, con mando civil. Y de una manera cínica, por qué si no es cinismo el que la ceremonia de inauguración fuera en Campo Marte, el mando es un militar en activo (!!!!), sin exámenes de control de confianza, con vehículos militares repintados de blanco, con estructura jerárquica militar, con obediencia militar, con centralismo militar, con obediencia al comandante en jefe, es decir al presidente.

Nuestras Fuerzas Armadas no pueden ni deben seguir haciendo funciones de, pues de todo… nuestros militares la hacen de policía, de limpieza de sargazo, de atención a desastres naturales, con la mega granizada en Guadalajara también apoyaron.

El ejército en las calles, aunque sea con otro nombre, es un fracaso y en varios niveles. Las Fuerzas Armadas no son policías, sus funciones deberían ser, como la de todos los ejércitos de mar, tierra y cielo de los países democráticos, la defensa de la soberanía nacional y la integridad del territorio.

La militarización del país no es la solución a la inseguridad. Porque si así fuera desde hace más de 8 años que México sería un país en paz.

Esta guardia nacional y el ejército y la marina en la calle en funciones de policía, diría mi abuela, es la misma gata nada más revolcada.

Lic. Ernesto González Tapia

Director del Corporativo González Romo & Asociados

Presidente del Consejo Municipal de Participación Ciudadana en Zapotlanejo

*Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de La Cascada*

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