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Un viejo amor (Capítulo 5 y 6)

Un viejo amor (Capítulo 5 y 6)

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Capítulo V

Roberto siguió caminando y observando el establecimiento mientras se alejaba y no se fijó donde pisaba. Un señor de un puesto de revistas abría su puerta para salir de su puesto semifijo y cerrarlo completamente, ya era casi de noche y algunas tiendas también comenzaban cerrar, pero el señor del puesto nunca vió a Roberto, ni Roberto a él, pues continuaba girando su vista y cuello hacia atrás, asombrado con la modernización de la calle, y cuánto había cambiado. De pronto un golpe en la cabeza de Roberto, y él cayó al suelo.

Pasaba un taxi que tuvo que detenerse en el semáforo. El taxista solo vió un hombre elegantemente vestido, con una chaqueta de color claro, y muy fina, caer al piso, no vió que las puertas del puesto de periódicos y revistas lo habían golpeado al salir el vendedor.

El taxista abrió la puerta y preguntó:

. ---Señor, ¿se encuentra usted bien?

Un hombre con gabardina color beige, de mirada amable y clara dijo:

. ---Mi amigo tuvo un largo día, creo que bebió de más, nos lleva a las afuera de la ciudad por favor, vivimos a media hora del aeropuerto.

El taxista preguntó:

. —¿Quiere que llame a algún familiar, a alguna persona de confianza o por ser vísperas de Navidad salieron de la ciudad?

. —¿Quieren que llame a un Uber amigo mío? Es que yo ya terminé mi turno, y pues si vivo para allá, pero ya no estoy de servicio.

El supuesto amigo de Roberto contestó sonriendo amablemente, y en tono familiar como si conociera al taxista de toda la vida.

. —Llévanos tú Doroteo, iremos más seguros contigo, probablemente yo me baje antes, pero tendrás buena propina.

. —¿Cómo sabe mi nombre? Preguntó el taxista.

El hombre señala una credencial que colgaba del retrovisor frontal, con el nombre del conductor y letras grandes.

. —Está bien suban, su amigo está muy joven para beber de tal manera, necesita que una familia le enseñé valores o sentar cabeza con una chica buena de valores y principios. Dijo el taxista.

El hombre de la gabardina, extendió un billete al taxista y le dijo; quédese con el cambio.

El taxista condujo hasta afuera de la ciudad, llegó al aeropuerto y preguntó:

. —¿De aquí a dónde señores? Ya estamos en el aeropuerto, y como saben es hora de bajarlos.


Capítulo VI

El taxista no escuchó respuesta, encendió las luces del techo del carro, y solo llevaba a Roberto recostado en el sillón trasero, iba solo…

¿En qué momento se bajó el otro individuo, el amigo? Dijo entre dientes el taxista.

Tan solo pasar por el aeropuerto era todo un caso, muchas personas llegaban, otras se iban, y todos recogiendo o llevando familiares, el tráfico era casi agotador.

Vió una nota sobre la chaqueta de Roberto, decía:

“Gracias por llevar a mi amigo Roberto a su casa, solo serán unos días. Cuando él despierte le pagará todas sus molestias, es un joven de buenos sentimientos. No había nadie más de confianza para cuidarlo, por favor Doroteo trátenlo bien, el lúnes su familia regresará a casa, e irán por él. Feliz navidad".

El taxista no podía creerlo, y vió algo brillando en el piso, era como una pluma de ganso larga, suave y brillante, la tomó entre sus manos, era de color gris. Había un olor a rosas en el carro.

El taxista se sintió algo confundido, pero no preocupado, fue más bien una sensación de alivio, muy tranquilo de volver a casa acompañado, pues eran muchas horas de camino y ya se sentía grande y cansado para andar siempre solo.

Colgadas sobre los puentes peatonales en la entrada al pueblo, unas decoraciones gigantescas de flores nochebuenas de plástico iluminadas con luces, y demás adornos navideños, en los jardines que dividían los carriles habían plantado noche buenas naturales, con letreros que decían: 

“Maneje con cuidado, y llegará a casa a alegrar la navidad de su familia”. Los adornos,aunque pocos embellecían la noche y el camino.

El taxista pensó en el pobre muchacho que llevaba en el asiento trasero; tan joven y bebiendo hasta quedar inconsciente. ¿qué querría olvidar, o qué le preocuparía para beber tanto? ¿Por qué no olía a alcohol? 

También pensaba: ¿qué clase de familia dejaría solo en vísperas de navidad a su hijo tan joven, y sabiendo que toma hasta perder la razón? No sabe detenerse.

Bueno su amigo dijo que es buena gente y pagaría todas sus molestias; ¿qué molestias?¿Comida, agua, luz, gas, drenaje?

Puedo acondicionarle la cochera, si allí se podría colocar un colchón inflable, a lo mejor un refri pequeño o hielera, y una cafetera, y ya para comer que pase a la casa al comedor con la familia.

El pequeño pueblo donde vivía el taxista era un lugar muy tranquilo, había muchos guamúchiles, limones, nopales con sus tunas, mandarinos, naranjos, etc. A la orilla de la carretera, y adornando las banquetas de sus calles. Cualquiera podía solo estirar su mano y cortar los frutos que deseara, y saciar su hambre. La gente era generosa, alegre, personas de tradiciones mexicanas muy arraigadas, y nobles.

 

El ayuntamiento había mandado plantar pinitos y nochebuenas en las jardineras a la entrada del pueblito, y a lo largo de cada calle principal, incluso en los machuelos. Y también se habían colocado letreros de Feliz navidad en las dos plazas principales.

Había luces navideñas decorando todas las casas, iluminaban las banquetas y era un deleite pasear caminando por esas calles y elegir la decoración más bonita de cada casa. Las familias salían al anochecer para pasear, solo relajarse, observar y alegrarse con las distintas, y variadas decoraciones navideñas. Algunas eran tan creativas que habían sido elaboradas a mano por la familia que habitaba ese hogar. Otros parecían tal cual una postal o rompecabezas navideño.

Había un escenario navideño a media plaza, para que niños y adultos se tomarán fotos.Había obras de teatro; pastorelas, y obras de cuentos navideños con valores, todas abiertas al público en general, todas de temática navideña todo ese mes, promoviendo la unión familiar. Alrededor de esa misma plaza, la vendimia de alimentos que solo se elaboraban en esa época del año, despertaban el antojo y el apetito de todos quienes asistían de público o de artista.

El taxista llegó a su casa y justo al dar la vuelta en la esquina para entrar a la cochera, despertó Roberto por su cuenta. Se sentó de inmediato algo confundido, mientras sobaba su cabeza.

Preguntó ¿dónde estaban? ¿quién era al conductor y por qué lo llevaba allí? Y ¿por qué sentía como si le hubieran dado un golpe en la cabeza? Y el conductor contestó:

. —Usted joven bebió mucho, pero su amigo me pidió que lo trajera a mi casa por unos pocos días, hasta el lunes, quizás. Mire hay una nota. (La nota había desaparecido) el taxista se buscaba la nota en sus bolsillos, en la guantera, pero no había nada. Se buscó el billete en la cartera, pero ese si seguía allí.

Entonces Roberto no recordaba su nombre, recordaba vagamente sus experiencias de trabajo, rostros, pero sin nombres, situaciones, pero de manera confusa, su conocimientoacadémico, su experiencia laboral, presentada como vagas imágenes en su mente, pero no su profesión, ni siquiera su auto, ni su edificio, ni cuenta bancaria, ni domicilio, ni teléfono.

Al llegar a la casa, el taxista tocó el claxon.


Continuará...

Autora: Jenifer Silvia García Vélez

Sobre la autora: es oriunda de El Salto. Estudio la licenciatura en docencia de inglés como lengua extranjera.

Ama el cine mexicano de la época de oro. Comenzó a escribir cuentos, la inspira plasmar palabras que puedan motivar a las personas.

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