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Ladrillero de mil batallas

Leonardo Salinas tiene más de 40 años fabricando ladrillo en la Delegación de La Huizachera en El Salto
Ladrillero de mil batallas

Leonardo Salinas Carrillo vio la luz por primera vez en Culiacán, Sinaloa hace ya casi medio siglo. Hijo de padres jaliscienses su madre de Jamay y su padre de Cuexcomatitlán. Inició a los 9 años de edad el oficio de ladrillero mismo que su padre ejercía desde los años 60’s, son ya más de 40 años de hacer ladrillo.

Ver a los ojos a Leonardo uno se da cuenta que es un hombre de trabajo y se puede apreciar en sus manos y pies desgastados por el barro el trabajo de toda una vida, de mirada profunda y piel seca quemada por el sol, hombre de sombrero y expresiones cortas que no sabe leer ni escribir. Nunca fue a la escuela. Proviene de una familia de 20 miembros que dice él “se fueron sacando unos a otros”, para expresar que el mayor ayudaba al menor que le sucedía.

Probó suerte como indocumentado en Estados Unidos pero nunca le fue bien y regresó a La Huizachera a hacer lo único que ha hecho toda su vida: ladrillos.

Leonardo es padre de 6 hijos producto de dos familias ya que su primer esposa falleció “Una cosa si le digo tengo dos familias que Dios me dio y por ellas es que trabajo para sacarlas adelante” comenta con orgullo.

“A mí no me gustan los huevones quiero que mis hijos salgan hechos y derechos para que se defiendan el día de mañana”

Mientras platico con él a sus espaldas un horno se quema con una mezcla de combustible de mezquite, tarimas, restos de madera y hasta pedazos de cocos.

Como si no fuera suficiente el factor clima de 33 grados de temperatura a eso se le suma el calor del horno por lo cual Leonardo vive literalmente en un ‘infierno’ cuando alimenta una de las 5 bocas del mismo al medio día cuando el sol cae a plomo, trabajo que se extiende hasta por 15 horas.

El brillo anaranjado del fuego que parece una fiera serpenteante que devora la madera con el sonido clásico de una fogata misma que se asoma cuando Leonardo destapa una de sus bocas mostrando un poco la realidad de lo duro que es este trabajo, estar cerca se puede sentir como el calor asfixia a metros a la redonda y es imposible permanecer por mucho tiempo ahí pero Leonardo no tiene otra opción en la vida.

Don Leo como le llaman algunos, vende a un peso con 70 centavos cada ladrillo pero de ahí le paga a las 5 personas que trabajan con él, además de la tierra, la madera y hasta los cocos, dice que no le queda mucho pero le da para vivir.

Una de esas 5 personas es su hermana y otros dos familiares que entre ellos producen hasta 12 mil ladrillos en un mes pero solo en temporada buena ya que en las lluvias o fin de año el negocio está malo y tienen que ahorrar un poco para poder vivir el resto del año.

Según Leonardo hay unas 200 ladrilleras en La Huizachera municipio de El Salto y él sabe que pronto no van a poder seguir ahí porque es consciente que contaminan y los alrededores se están poblando.

“¿Pero que vamos hacer? Es lo único que sabemos hacer y hacer ladrillos pone comida en la mesa pa’mi familia”.

El proceso de la elaboración del ladrillo es toda una odisea digna de admirarse ya que estar en cuclillas todo el día usando un molde de madera con seis compartimentos que ellos mismos fabrican y que produce mismo número de ladrillos en cada tanda tiene que ser rellenado de barro a mano una y otra vez.

La preparación del barro se mezcla con estiércol de ganado en una danza a pie descalzo siendo un proceso riesgoso.

“No lo hacemos con zapatos por que se atoran en el barro pero nunca se sabe que trae la tierra”.

Menciona que más de una vez les ha salido algo mientras preparan el barro ocasionando accidentes pero es el riesgo que se sabe se corre. No es un trabajo fácil y menos si se hace bajo el sol quemante del verano pero eso es solo parte del proceso.

“Compramos la tierra y estiércol de vaca, caballo y burros unos se dedican a trinchar otros a cantear y acarrear, armar y quemar el horno me toca a mi”

La quema puede durar de 12 a 15 horas por lo que la desvelada está garantizada para cuidar la quema y alimentar las bocas del horno ya que la calidad del ladrillo depende del tiempo de cocción, este proceso es vital para obtener un ladrillo robusto y de buena calidad si no se hace correctamente puede quedar como polvorón pero si se pasa de tiempo puede quedar demasiado duro.

Las líneas de ladrillos que van formando en el proceso artesanal tienen un simetría impresionante tanto en la construcción del horno como cuando están en barro fresco y esto solo se logra con la práctica de los años y que deja ver la jerarquía del buen ladrillero lo mismo el acabado que se le da a mano cuando se llena el molde lo cual es parte de la calidad que el cliente busca cuando compra el producto.

José, uno de sus ayudantes de complexión delgada, de chor, gorra de un partido político con una camisa desgastada y quien no aparenta más de 25 años de edad, serio y sin

dejar de voltear los ladrillos para que se sequen parejo al sol antes de armar el horno mientras permanece en cuclillas todo el tiempo dice que el gobierno no les da ayuda, que por eso él no vota.

“En tiempo de elecciones vienen los cabrones y hasta 500 pesos me ofrecen por el voto pero yo no voto por ningún cabrón diputado guevon”

El proceso de producción artesanal debe ser coordinado entre los miembros del equipo y si uno falta todo se complica.

“Hacer ladrillo es una chinga es muy duro no cualquiera le entra de 100 personas solo 10 van a quedarse hacer ladrillo, es duro ¿pero qué le vamos hacer? solo nos queda echarle ganas para sobrevivir y sacar a la familia adelante”.

Leonardo dice que una de las cosas que le molesta son los ‘guevones’ que quieren comprarle barato para revender o las personas que regatean por algo que no es fácil hacer.

“La gente debe valorar el trabajo porque uno se expone a enfermedades por los cambios de temperatura como reumas pero lo hacemos por necesidad el barro lo batimos con los pies y muchas veces nos salen clavos, vidrios espinas y las heridas solo las tapamos con barro y a seguirle chingando porque aquí no tenemos seguro”.

El consejo que le da a todos los que trabajan con él es simple.

“Cuiden su trabajo porque la vida no es fácil, ganar el dinero esta cabrón como para andarlo tirando en vicios”.

 

FRASE

“¿Pero que vamos hacer? Es lo único que sabemos hacer y hacer ladrillos pone comida en la mesa pa’mi familia”.

 

LUCHÓN…Leonardo inició a fabricar ladrillo desde los 9 años de edad, enseñado por su papá.

 DURO…El oficio de ladrillero es muchas veces pesado y poco valorado.

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