Un viejo amor (Capítulo 7 y 8)

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Capítulo VII
Se abrió una puerta decorada con una corona navideña blanca, y salió la esposa del taxista, una señora con mirada tierna y voz suave llamó al taxista por su nombre, sus hijos varones y su hija la mayor de todos, era una chica bellísima, de ojos café claro, pestañas muy grandes, blanca, pelo castaño obscuro, nariz respingada, labios delgados, y facciones muy finas y un lunar muy llamativo pero pequeño junto a la boca.
Doroteo, el conductor del taxi le explicó a su familia, entre risas nerviosas y lo que había sucedido, y ellos reaccionaban desconcertados, pero acogieron al joven con apariencia elegante, con un poco de lástima al saber que no recordaba cosa alguna, y bastante amabilidad, eran buenas personas y muy humanitarios, y era época de navidad.
Había algo familiar de esa chica, algo que hizo a Roberto sentir tranquilo, un aire de cercanía, como si la conociera de toda la vida. Solo mirarla eliminó de él toda duda sobre su estancia allí, pues quería continuar viéndola.
. --Esta es mi familia, Roberto. (Doroteo el conductor del taxi).
. --- Mi nombre es Doroteo Ruiz.
Continuó orgulloso presentando a su familia:
. --Ella es Luisa mi amada esposa, en ese momento tomó de la mano a su esposa, dándole un beso en la mano, (la esposa veía a Doroteo como si fueran dos novios enamorados).
Continuó el señor Doroteo: ella es Amanda mi hija mayor, ella solo vino a pasar navidad y año nuevo con nosotros. Joaquín, y José mis hijos menores, ellos aún viven con nosotros, Joaquín es divorciado, pero se reconcilió con su esposa, mañana llega su esposa y sus dos hijos pequeños.
. —Amanda y José son solterones jajajjajajaa (Soltó semejante carcajada el señor, bromeando sobre sus hijos).
. —Papá gracias, pero no ha llegado el hombre adecuado para mí. (Rápidamente replicó Amanda). José creo aún tiene posters de una actriz famosa en su cuarto jajajjajajaa. (Dijo en tono de burla, mientras reía) Amanda, tenía una voz tranquila, amable, y muy femenina, su voz podía tranquilizar a cualquiera, bajo cualquier circunstancia. Roberto no dejaba de mirarla con admiración por su belleza y ese lunar encima del labio superior, lo comenzaba a encontrar seductor.
. --- Pues Amanda es una romántica empedernida, aún sueña con amores del cine de la época de Oro. Eso no existe Amanda, ya despierta. Jajajjajajaa (Bromeaba el hermano de Amanda).
Roberto se acercaba a saludar de mano, uno a uno a los integrantes de la familia del sr. Doroteo, mientras se presentaban. Al acercase a Amanda, verla de frente, tan cerca fue algo mágico, había una química entre ellos que nadie esperaba. Pero tampoco podían negar.
Ella inmediatamente le preguntó si se habían visto antes, él inmediatamente lo negó, pero le dio pena admitir que no recordaba su propio nombre, pero recordaba de alguna manera extraña su rostro de ella, solo no sabía de ¿Dónde? Ni ¿Cuándo?
. --Bueno a instalarse, hay un baño en la cochera, bueno medio baño, para ducharse ycomer deberás entrar a la casa, bien. ¿Estamos? Dijo el señor Doroteo, ya un poco más serio.
. --Bien gracias, contestó Roberto mientras se revisaba los bolsillos buscando su cartera.(La cual había caído en la banqueta, al lado del puesto de periódicos y revistas).
Capítulo VIII
La casa tenía manualidades navideñas, pasando la puerta de la cochera, dirigiéndose a la puerta de entrada la casa tenía un enorme Santa Claus, hecho a base de fieltro y lentejuelas.
Al entrar resaltaba sobre la mesa de la cocina una corona de adviento justo al centro, con varias velas, el mantel navideño con colores verde y rojo. Las velas moradas, rojas y blancas de la corona de adviento hacían un contraste hermoso y cálido. Había un olor a café veracruzano que invadía toda la casa, había muchos muebles de madera. Cada uno con esferas o escarcha y demás decoraciones navideñas por encima, a un lado, o alrededor. El pasamanos de las escaleras tenía nochebuenas colgadas en cada descanso, y escarchacolocada de manera sencilla, pero elegante, había unas esferas con fotografías impresas en 3D de toda la familia. Toda la cocina se había transformado en una pequeña villa navideña, parecía sacada de un cuento, y la vajilla y todos los utensilios de la cocina también tenían tema navideño.
Había un cascanueces justo al pie de la escalera de un metro de altura aproximadamente. El pino de navidad tenía esferas blancas, rojas, verdes, doradas y azules, algo sobrecargadoprobablemente, pero se veía muy hogareño, real, y sobretodo navideño.
Había una cadenita dorada de trineos de santa que envolvía al pino navideño, y unas lucesde plástico con forma de vela; algunas verdes otras rojas y otras amarillas con una base roja, las velas de plástico constantemente burbujeaban. Encima del pinito había un ángel también hecho de manualidades navideñas, con su vestido de terciopelo combinado conblanco y dorado. Su cara y manos del ángel eran de porcelana, el resto es tela.
Se tomó una ducha Roberto y se acostó a dormir en el colchón inflable que tan amablemente el señor Doroteo; el conductor del taxi le acomodó.
También vió el mini refri, había jugos, agua, leche, yogurt, y un sándwich jamón con queso. Había un pequeño microondas y una cafetera al lado. El sr. Doroteo, su esposa e hijos habían sido demasiados amables en acomodar todo, mientras Roberto se duchaba.
Se recostó a dormir y fue el mejor sueño que había tenido en años, ni siquiera en Hawái, o en sus playas favoritas había dormido tan plácidamente.
Al despertar al día siguiente, sin prisas, ni alarmas, sintió una relajación muscular que hacía mucho tiempo no gozaba, su cuerpo le agradeció el descanso. No recordaba bien su sueño, tan solo recordaba una parte minúscula de su sueño, era que Amanda llevaba muchas hojas en sus manos.
Roberto se levantó un poco tarde comparado con la hora que solía levantarse, y fue un delicioso café lo que lo despertó, cualquiera lo haría con un olor a café veracruzano, y unas tortillas hechas a mano, un chile de molcajete.
Roberto se puso de pie, dobló las cobijas de su colchón inflable y tocó a la puerta que dabade la cochera a la casa.
Le dijeron que se pasara.
Al entrar a la casa, los aromas exquisitos provenientes de la cocina y el comedor, en combinación con el aroma del café veracruzano, casi hipnotizaron a Roberto, despertando un gran apetito en él. Deleitando el olfato de Roberto, y su estómago comenzó a hacer sonidos.
La madre de Amanda se rió, y le dijo que estaban a punto de terminar su desayuno, que tomara asiento.
Había algunas ollas con guisados al centro de la mesa, y cada quien se servía su plato. Había frijoles de la olla, arroz rojo, huevo con chile, chile de molcajete, guacamole con chile de árbol asado, tortillas, y un enorme queso fresco adobera. Frente a cada lugar de la mesa una taza de tamaño considerable, y la cafetera, para quien gustara servirse.
Roberto eligió su plato extendido, de tamaño grande y se sirvió un poco de todos los guisados, al llegar al guacamole, se sirvió doble porción, mientras todos los demás lo veían con un poco de risa. Pareciera como si Roberto jamás hubiera visto o probado esa comida en su vida.
Comía de todo, en verdad se notaba en sus expresiones que disfrutaba cada guisado. ¿Constantemente preguntaba dónde adquieren este queso, usted preparó estos frijoles? ¿El guacamole tiene chile? Y continuaba rellenando su taza de café, y agregando porciones de rebanadas de queso fresco adobera a su plato.
Le causaba gracia al sr. Doroteo, reía como no lo había hecho en años, y miraba a sus hijos con mirada alegre, sus hijos también reían, y decían frases como:
. —Pero mastica hombre.
. —En verdad no conocías esta comida Jajjaja
. —Oye, pero respira, tranquilo la comida no se irá a ningún lado.
Roberto no se sintió apenado, todo lo contrario, se sintió entre amigos, en familia, bienvenido, y en confianza. Llegaron la esposa e hijos del hermano de Amanda.
Los pasaron inmediatamente a desayunar, entre abrazos, risas, bromas alegres de estar de nuevo reunidos.
Miraron a Roberto extrañados, y Joaquín mencionó:
. -- Es amigo o conocido de mi papá creo, solo estará el fin de semana o no sé si la semana completa.
Lo saludó la esposa de Joaquín, quien no había firmado los papeles de divorcio, y los niños corrieron con sus abuelos a abrazarlos. Joaquín y su esposa se abrazaron por varios minutos y se miraban a los ojos, como si renovaran votos de matrimonio.
. --¿Amanda no está? Preguntó Roberto al buscarla con la mirada, y esperar a que saliera de algún lugar, entrara a la cocina o bajara las escaleras.
. --Tiene un restaurante pequeño, abre muy temprano y cierra temprano, vamos, yo te llevocuando termines de desayunar, si es que permites que ese plato se termine. Dijo entre risasJosé, el otro hermano de Amanda.
Terminaron de desayunar y se dirigieron al restaurante de Amanda. Al arribar al restaurante, vieron a Amanda tras el mostrador dando un cambio de la caja registradora, tenía un delantal beige con dibujos de platillos de mariscos.
Los vió y sonrió; Se acercó a José y a Roberto y dijo:
. --- Hola tomen una mesa. Ahorita voy, se retiró a dar indicaciones a sus meseros.
Roberto observó pescados de plástico colgados en las paredes. Algunos clientes los tocaba y los pescados comenzaban a moverse y cantar, era algo cómico.
Vió fotografías de barcos, lanchas, distintas playas, y algunos personajes famosos que habían llegado a comer allí, o que asistían ocasionalmente.
Se sentaron y se acercó Amanda, haciendo una señal a los meseros que atendieran la cajamomentáneamente.
Se sentó al lado de su hermano José.
. —¿Gustan un cocktail de camarones, o de pulpo o combinado, o almejas, tostadas de ceviche de pescado o de camarón, mojarra frita, filete de cazón, lenguado, tilapia, o caldo de bagre, caldo de mariscos o un huachinango, o salmón con camarones gratinados?Preguntó Amanda.
. —Acabamos de desayunar muchas gracias hermana, solo pasamos a saludar. Dijo José.
. —Acaba de salir el pay de mariscos. Dijo Amanda.
. —No gracias hermana, mejor una rusa, sin alcohol, por favor. (Soda transparente, limón, hielo, naranja y sal de grano) Dijo José.
. —Yo si quisiera probar el pay de mariscos, ¿cómo es? ¿qué mariscos agregas? ¡Se escucha delicioso! Dijo Roberto.
Amanda rió y contestó:
José miró con asombro a Roberto, pues lo había visto devorar el desayuno hacía poco rato.
. —Haces muchas preguntas, ¿acaso quieres mi receta eh? Es broma, muy bien dos piezas de pay de mariscos. ¿Gustas algo de beber? Respondió Amanda.
. —Sí también una rusa sin alcohol por favor, y oye te pagaré en cuanto pueda, solo que por el momento no encuentro mi cartera. Dijo Roberto.
. —Amanda se puso de pie y retiró hacia la cocina, regresó bastante rápido, y se sentó con una pieza de pay para Roberto y otra para ella. Tres rusas, una para cada uno.
Continuará...
Autora: Jenifer Silvia García Vélez
Sobre la autora: es oriunda de El Salto. Estudio la licenciatura en docencia de inglés como lengua extranjera.
Ama el cine mexicano de la época de oro. Comenzó a escribir cuentos, la inspira plasmar palabras que puedan motivar a las personas.
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